Pronto, muy pronto, nos hemos despertado en Ávila con una nueva promesa electoral para 2011 con 2 años vista. Es el inicio de la pre - precampaña electoral y ha sido Óscar López (PSOE) el encargado de dar inicio de los fuegos de artificio de una clase política cada vez más pobre, menos preparada y más centrada en el sillón que en hacer por lo que verdaderamente se les paga.

En este caso el Hospital del Tiétar ha vuelto, porque ya lo ha sido más veces, a ser el centro de atención de unos políticos que no creen en él pero que saben que es la llave para abrirse hueco en lo que antes del trágico incendio del mes de julio se conocía como la 'Andalucía de Ávila' (espero que así siga siendo...).

Poco o nada vale la promesa de un político, más con 2 años vista a las elecciones, cuando verdaderamente hay que poner encima de la mesa los compromisos con el entorno. Y bien ha podido quedar de manifiesto con la futurible estación de autobuses en Ávila, una promesa que acumula ya 10 años de espera y que recientemente recibía un pequeño empujón, que no consolidación, con la publicación del concurso del licitación y adjudicación del proyecto. En este caso ha sido el Partido Popular (cómo no) el artista de una de las mayores promesas de la historia. Y menos mal que son ellos los que gobiernan, que sino...

La clase política, al menos esa que vive del sillón, ha demostrado que no pueden vivir sin la promesa. Es su sustento, su alpiste diario, pero ya no su Espada de Damocles. Y es que antes sus promesas se convertían en el cabecero de cama ante el que rendían cuentas cuando llegaba cada cita con la urna. Ahora ya no. La memoria del elector, tan frágil y cristalina, les ha ofrecido una salida por la puerta de atrás por la que se escaquean con un fulgurante '...y tú más...'

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