Interesante drama planteado por Darren Aronofsky que traslada al espectador al otro lado del wrestling (o lucha libre), el del paso del tiempo, la vejez, las hormonas, los tratamientos y la inadaptación a la vida real. Borrando el casos excepcionales, como el de Hulk Hogan, cuya vida ha seguido vinculada al mundo del espectáculo televisivo a través de distintos formatos, lo cierto es que la realidad de 'nuestros' antiguos ídolos de la WWF ha aparecido más vinculada a los trágicos sucesos que al éxito con el paso de los años. Su vida, antes fastuosa, pasa a ser un pobre discurrir de evento en evento de medio pelo. Incapaz de adaptarse a su nueva vida, aunque lo intenta, Randy de Ram, interpretado majestuosamente por un renacido Micky Rourke (ya demostró que es capaz de seguir en primera línea con Sin City), simboliza el drama común del mundo de la lucha libre. Ha vivido del show y aunque intenta cambiarlo se da cuenta que es su único mundo, su único hogar. Una salida que en ocasiones puede ser fatal. Y es que el show siempre debe continuar.
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