Del diván merengue a la fábrica de Albacete

Kaka, Cristiano, Ribery... El torbellino Florentino no ha hecho sino aterrizar en medio de la carroña de un equipo que aún lame sus heridas por un 2-6 que dejará más huella en la memoria de los aficionados merengues que en la honra de sus jugadores, cuyos retazos recomponen a base de talonarios. Siguen haciendo cábalas algunos sobre las posibilidades de plantar cara en la Liga. Ay, pobres infelices. La debacle en Anfield pareció no bastar a algunos para entender que la plantilla madridista no es más que un cúmulo de medianías futbolísticas propias de un proyecto futbolístico mediocre, inflado artificialmente desde la prensa capitalina, forjada sobre la entonces decrepitud del Barça de Ronaldinho, el síncope valencianista y el deambular atlético. Todo ello con un Sevilla que despertaba del sueño de Del Nido con la misma velocidad con que comienzan a ver lejos la Copa de la UEFA y la Supercopa de Europa.

Pero la pizarra del fútbol ha cambiado. Guardiola ha dado la vuelta al pastel en un nuevo escenario futbolístico. Ha llegado la dictadura del balón. Todo gira alrededor del cuero. No hay triunfo sin esférico. Así se concibe el planteamiento de un equipo que busca la superioridad en el marcador a través de la superioridad sobre el campo. La ecuación es sencilla. No hay ataque sin posesión, y no hay posesión sin balón. No hay más secreto. Ese y tener una de las mejores plantillas del mundo, con el que debería ser próximo Balón de Oro: Iniesta. El albaceteño es la clave y el eje de un equipo que es un engranaje perfecto. Pasa desapercibido, sin alardes ni ruletas. Su mayor virtud: hacer fácil lo difícil. Y eso no es fácil. Vaya trabalenguas.


Compárenme ustedes el banquillo azulgrana y el merengue. Donde vamos a parar. No cabría entonces llevarse sorpresas y desilusiones. El 5-0 del Liverpool no fue ni un accidente ni un tropiezo. Fue el enésimo, que no primero como algunos señalaban, síntoma de una plantilla con muy justita calidad, repleta de fracasos y jugadores cuya recuperación para el equipo será consecuencia directa del técnico en cuyas manos recaigan la próxima temporada. De ello de un proyecto que debe consolidarse no sobre simples pasajeros del nuevo tren merengue, sino inquilinos para muchos años.

Olvídense de Kakas o Cristianos Ronaldos, la prioridad del Madrid debe mirar por otros derroteros. El futuro del equipo merengue pasa, en estos momentos, y de forma irrenunciable, por las botas de Cesc y Villa. Españoles, jóvenes y dos de los emblemas de la selección. El nuevo proyecto blanco debe empezar de cero, con el condicionante de que pase lo que pase la próxima campaña se mantendrá la base, que a día de hoy no existe. Y a partir de ese punto, comenzar a sumar...

Dice el Ársenal que quiere 60 millones. ¿Los vale? Si 15 valió Drenthe y 25 Gago... Con 21 años Cesc debe ser la bandera del equipo madridista los próximos 10, el eje central de un equipo que ha renunciado al balón en los últimos años, que ha antepuesto el resultado a la calidad y se ha estrellado con la cruda realidad. Su figura crece año tras año pero parece haber tocado techo en su equipo.

Junto a Fábregas, la delantera blanca debe empezar a tener un nuevo nombre propio. El caduco juego de Raúl, cuya estrella pasó hace tiempo, debe dejar paso al 'Guaje' Villa, un futbolista incapaz de desarrollar toda su calidad en un equipo en el que nunca (nunca digas nunca) podrá optar a lo máximo. Villa debe ser el nuevo '7' del Madrid. Un depredador autosuficiente cuyas miras ya están puestas en un grande ¿cuál?

Dos nombres propios a los que comenzar a sumar el de otros como el canario Silva, el pequeño Cazorla (ojo, porque este jugador no estará toda su carrera en el Villarreal, cuya política deportiva y financiera está programada para crear y vender) o el 'red' Xavi Alonso el proyecto estará encarrilado con mucha mayor solidez que bajo el paraguas de Kaka o Cristiano cuyas solitarias botas serán una pesada carga económica para unas arcas que deben restructurar un equipo completo.

Todos ellos sin perder de vista jugadores de proyección como los extremos ingleses Ashley Young o Theo Walcott, el argentino Di María, los bilbainos Iraola y Javi Martínez, los canteranos Negredo y Granero, o el regreso del cedido Garay.

Y es que no son pocas las bajas que debieran producirse. A Faubert, Drenthe o Saviola, cuyos motivos parecen más que justificados, Dudek tomará la puerta de salida con la carta de libertad y Cannavaro ya tiene hechas las maletas para recalar en la Juve. Heinze, Diarra o Javi García están más que en el aire.

Y en medio de este galimatías el clan tulipán. Con el futuro de Van Nistelroy en manos de su maltrecha rodilla, qué ocurrirá con Robben, Van der Vart o Sneijder. Buena parte de su futuro quedará en manos de los nombres de los próximos integrantes del vestuario merengue pero si tuviera que apostar por uno sería por Sneijder. Robben es tan bueno como frágil, tan rápido como disoluble. VdV era la gran apuesta y ha sido el gran fracaso. Lejos quedó al portada del Marca en pretemporada cuando le comparaban por una ruleta con ZidaneVálgame el cielo!). Cierto es que no ha contado con muchos minutos pero su fútbol no parece haberse adaptado a la liga española. Sólo Sneijder cuenta con la duda razonable. Su lesión en pretemporada ha sido un lastre para un jugador que aspiraba en su segundo año, sin ninguna duda, a ser una de las piezas claves del equipo. Ha demostrado que puede hacerlo. Polivalente, el nuevo entrenador debe sacarle de la depresión futbolista en la que se encuentra. Tiene calidad y el Madrid debiera retenerlo, aunque sabe a día de hoy que es el futbolista más jugoso para hacer caja.


¿Y Salgado, Raúl y Guti? Los tres capitanes han visto decaer, con mayor o menor velocidad su estrella, pero su salida del equipo no debiera ser traumática. Con la suplencia asumida, Salgado no parece ser una carga para un equipo en el que apenas le queda un año. Poco más que a Guti, ahora en el candelero por su polémica con Juande pero sin duda el jugador (me declaro 'gutista') que más calidad tiene del equipo. Venga quien venga, si está en el equipo acabará siendo el revulsivo. Y por último Raúl. Su imagen le ha arrastrado a convertirle en el impedimento de ciertos fichajes. El '7' debiera empezar a asumir que su fútbol tiene cada vez menos adeptos.


Reservo mi último párrafo para Gago. El argentino, mediocentro de la selección, se ha convertido en un jugador insustancial. Ni juega ni destruye. Mal posicionado, el argentino es incapaz de encontrar su sitio en una zona del campo fundamental. Alabado por algunos como el futuro Redondo, Gago ha puesto en duda su capacidad para afrontar el reto del Madrid en cada uno de los partidos de nivel en los que se le ha exigido.

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