¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo?

Malos tiempos corren para los bolsillos no sólo de los españolitos de a pie, sino para aquellos que antes el dinero llamaba a sus puertas a mares y hoy, en cambio, corre como el desgastado río Chico, que como cada verano ya languidece a su paso por Ávila. El desplome en bolsa de Martinsa Fadesa, una de las inmobiliarias y promotoras más importantes del país, ha dejado a la luz una situación que ya se vive a niveles más infererios y entre las constructoras y promotoras abulenses. Y es la falta de liquidez. Han ganado tantas y tan rápidas sumas de dinero en tan poco tiempo que han pensado que el mana seguiría cayendo del cielo. Pero no ha sido así. Toda su liquidez la han empleado en querer tener más y más dinero, y ahora, con millones de metros cuadrados en sus manos, no tienen dinero líquido para poner sus proyectos en marcha. Sin ello, no tienen nada. Ante esta situación, los todavía ricos (riquísimos, diría yo) piden a gritos ayuda del gobierno central de turno. Ahora. Mientras que hace unos años, cuando nadaban en su dinero, defendían que el gobierno no debía intervenir en el precio del suelo y la vivienda, ahora piden que intervenga para salvar su dinero y su riqueza. Ahora todos somos intervencionistas.
Pero ¿hasta dónde debe ayudar el estado en estos casos? Los ciudadanos, los mileuristas volveremos a ver cómo nuestro dinero, el que va a las arcas del estado, servirá para reflotar las riquezas de los que más tienen gracias a medidas que permita a todos esos empresarios (los grandes, no los pequeños) sigan en su pedestal mientras nosotros nos ahogamos en nuestras hipotecas, en nuestros sueldos bajos, en nuestros impuestos, en nuestras subidas de los precios... ¿Hasta cuándo?

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