Las 65 horas semanales. Vuelta al siglo XIX

Apenas un simple vistazo a las noticias de hoy bastan para comprobar que esta Unión Europea no es la Unión de las personas sino de los economistas. Y es que mientras los países, entre ellos España, se paralizan por la huelga de transportistas y el euribor sigue su escalada, los ministros de Trabajo de la Unión dan los primeros pasos para la aprobación en el seno del Parlamento Europeo de una nueva directiva encaminada a aprobar la voluntariedad de la jornada semanal de 65 horas.

Así mientras la España del siglo XXI sueña con la ansiada jornada laboral de 35 horas semanales (algunos, casi todos funcionarios, ya la disfrutan), en otros países recien asociados a la UE sueñan y trabajan por ampliarla a 65, en una regresión más propia del siglo XIX. En lo que podría considerarse como un desprecio total a los derechos de los trabajadores, más allá de teoricismos y clases magistrales, bajo esta nueva directiva en proceso lo que se encierra es el peligroso 'voluntarismo' al que pueden acogerse los trabajadores que quieran para trabajar de sol a sol. Una práctica que, aunque disfrazada bajo la toga de no obligatoria, pondría en serio peligro no pocos trabajos en caso de no aceptarla.

En lo que resulta un coche frontal contra la legislación española, que establece las 40 horas semanales como máximo, y contra las leyes de la conciliación laboral y familiar (equivaldría a más de 10 horas al día), lo cierto es que los políticos, alabados tantas veces por las masas sociales, banderilla en mano y coreados en mítines multitudinarios, han decidido ponerse el sentido común por montera y desde la poltrona de sus despachos y el escaño de su parlamento impulsar lo que debería movilizar a la sociedad. Tal vez todo ello sea el resultado de ese amago de Constitución Europea votado hace unos años más cercano a la guía del perfecto economista. Quizá la economía de libro y manual no sea la economía de los bolsillos de los españoles, de los mileuristas, de la hipotecas de 1.000 euros y de la vivienda de los 220.000.

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