El frágil equilibrio político y social de Oriente Próximo ha vuelto a sufrir un serio revés con la operación que Israel ha lanzado sobre Gaza. El territorio palestino, encerrado entre las cuatro paredes del Muro de la Verguenza (levantado a modo de ratonera por el Gobierno Israelí hace unos años) se desangra después de los intensos bombardeos lanzados por mar, aire y tierra que han servido para allanar el camino a la nueva operación 'Arrancar de raíz', por la que las fuerzas terrestres pretenden poner en marcha una guerra casa por casa contra los 'supuestos' milicianos de Hamás. Y digo supuestos porque hasta el momento la última barbarie israelí lleva a sus espaldas más de 530 muertos, buena parte de ellos civiles inocentes, como los 23 niños muertos en la noche de hoy. Sin duda los famosos 'daños colaterales' están saliendo como nunca a relucir después del castigo masivo del ejercito hebreo. Muchos dudan realmente de la efectividad de los bombardeos masivos para acabar con los milicianos de Hamás y ponen en tela de juicio que los cientos de muertos y miles de heridos tengan alguna relación con la fuerza terrorista.
Cambio de papeles
El pueblo perseguido y perseguidor se ha convertido en los nuevos exterminadores del siglo XXI tomando el vergonzoso testigo de sus otrora verdugos.
El derecho de cualquier país a defender su territorio y población es innegable pero la actuación israelí contra una población que está siendo rehén de un conflicto político es un claro acoso de los Derechos Humanos.
Una demostración de fuerza por parte de un gobierno próximo a la extrema derecha encarnada por el ultranacionalismo judío que no hará sino avivar el odio del pueblo palestino hacia sus ejecutores. Las muertes de familias enteras no es sino el mejor germen para todo tipo de violencia, incluido el aberrante terrorismo con el que supuestamente pretenden acabar estas acciones pero que en realidad parece el subterfugio de una política israelí que parece necesitar demostrar su fuerza militar para justificarse.
Con una diplomacia internacional ineficaz y una ONU que nuevamente vuelve a quedar en entredicho, parece que la suerte está echada para la franja de Gaza.

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